Las ciudades medievales eran bastante diferentes a las ciudades modernas que conocemos hoy en día. En la Edad Media, las ciudades solían estar rodeadas por murallas para protegerse de posibles ataques de enemigos. Estas murallas eran construidas con piedra y tenían torres de vigilancia para controlar los accesos a la ciudad. Dentro de las murallas, las calles solían ser estrechas y sin pavimentar, lo que dificultaba el tránsito de personas y mercancías.
La arquitectura de las ciudades medievales también era muy distinta a la arquitectura actual. Los edificios solían ser de madera o de adobe, con techos de paja o tejas. Las casas solían ser de una o dos plantas, con pocas ventanas y puertas pequeñas. Las calles estaban llenas de casas y tiendas, lo que generaba un ambiente bullicioso y caótico en las ciudades medievales.
Además, las ciudades medievales solían tener una estructura jerárquica bien definida. En la parte central de la ciudad se encontraba el castillo o la catedral, que era el símbolo del poder político y religioso. A su alrededor se ubicaban las casas de los nobles y de los comerciantes más ricos, mientras que en las afueras de la ciudad se encontraban las viviendas de los campesinos y artesanos. Esta división social se reflejaba también en la distribución de los servicios y comercios en la ciudad, con zonas específicas para la venta de alimentos, textiles, herramientas, etc.
Por último, las ciudades medievales solían ser lugares muy sucios y pestilentes. Las calles no estaban pavimentadas, por lo que se acumulaba basura y desechos por todas partes. Además, las condiciones sanitarias eran precarias, lo que favorecía la proliferación de enfermedades y plagas. A pesar de estas condiciones adversas, las ciudades medievales eran también centros de cultura, comercio y vida social, donde se celebraban ferias, torneos, fiestas religiosas y eventos culturales.
En resumen, las ciudades medievales eran lugares fascinantes y caóticos, llenos de contrastes y contradicciones. Aunque su arquitectura y estructura social eran muy distintas a las de las ciudades modernas, las ciudades medievales son un testimonio vivo de una época apasionante y tumultuosa en la historia de la humanidad.